Y entonces le doy a “borrar”. Hace años que no me como los deberes.
Los deberes escolares se han convertido en un debate que ha llegado a todos los niveles. Lo que antes era una conversación entre profesores o un grupo de padres, ha pasado a ser noticia en todos los medios de comunicación. Hay grupos de Facebook en contra de las tareas escolares, vídeos que circulan por la red que se posicionan en contra de asignar tareas para casa a nuestros escolares, etc. Aunque todo el mundo puede tener una opinión, deberíamos tener un debate serio en el que participen todas las partes implicadas administración educativa, profesores, familias, y por qué no, alumnos.
Personalmente me inclino hacia una limitación muy importante (por no decir eliminación) de los deberes. Os explicaré por qué.
La regla general no escrita con la que empecé a trabajar decía que la carga de deberes por curso de primaria aumentaba en 10 minutos por curso. Es decir, un alumno en 3º no debería tener que usar más de 30 min. de su tiempo en completar la tarea diaria. En principio parece una carga asumible por la mayoría de los alumnos. Pero para lograr esto es importante que se coordinen todos los profesores de un alumno de manera que no coincidan tareas de varias asignaturas en un mismo día. Parece sencillo, pero no es tan fácil, sobre todo en la etapa de educación secundaria. Por tanto, esto no se cumple siempre y se crean tensiones innecesarias que afectan a los alumnos y sus familias.
No discuto algunos valores positivos asociados con los deberes, tales como la creación de hábitos hacia el estudio diario, o el refuerzo de lo aprendido en clase, pero creo que los inconvenientes de las tareas sobrepasan a las ventajas que se les atribuyen. De hecho, los resultados de nuestros alumnos no son buenos a pesar de que su carga de deberes es superior a otros países. En este gráfico podemos ver que España es uno de los países en los que los alumnos pasan más tiempo haciendo deberes superando con creces la media de la OCDE.
Veamos 15 argumentos en contra de los deberes de la Investigadora en Formación de la Universidad Autónoma de Madrid Ana Pérez:
1. En general, los deberes se limitan a actividades meramente repetitivas de lo hecho en clase, sin componente creativo ni de reto para el alumno.
2. No son individualizados, pues se manda a todos los alumnos lo mismo, lo que no permite que cada uno trabaje lo que necesita ni lo que despierta su interés.
3. La cantidad excesiva de deberes ocupa demasiado tiempo libre del niño. La jornada escolar ya es suficientemente larga como para sobrecargar a los niños con más contenidos escolares en su tiempo libre.
4. Los deberes impuestos impiden que el niño dedique tiempo a investigar, leer y aprender por su cuenta.
5. Restan tiempo a la vida en familia, a la socialización, al cultivo de las aficiones, a salir de casa y visitar otros lugares y, sobre todo, al juego, por lo que dificultan el desarrollo integral del niño. Además, recordemos que el artículo 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989 establece el derecho de los niños al juego.
6. La ayuda de las familias no siempre es la adecuada (por defecto, exceso, interferencia…). En un estudio de Cooper, Lindsay y Nye (2000), dos tercios de los padres reconocieron algún tipo de implicación negativa o inapropiada en relación a los deberes.
7. Acentúan las desigualdades entre los alumnos con ayuda en casa y los que carecen de ella. Para los niños con más dificultades escolares y para los que proceden de hogares más desfavorecidos, «la carencia de material escolar y de padres con educación convierten los deberes escolares en una fuente de insatisfacción que alimenta el resentimiento contra la escuela» (Mary Bousted, secretaria general de ATL, Association of Teachers and Lectures).
8. Generan una enorme cantidad de estrés en muchos niños.
9. Con frecuencia, suponen mucho esfuerzo a cambio de ninguna gratificación y acaban con el gusto por aprender. En palabras de Alfie Kohn, «la falta de interés de los niños por las tareas los lleva a adoptar una actitud negativa hacia el colegio y el aprendizaje en general. Diría que las tareas son el principal y mayor extinguidor de la curiosidad infantil».
10. Sustituyen la motivación intrínseca por aprender de los niños por la motivación extrínseca a partir de premios y castigos.
11. Se basan en ignorar que los niños sienten un deseo natural y espontáneo por aprender.
12. Generan dependencia del adulto, pues los niños pequeños son a menudo incapaces de hacer los deberes ellos solos y aprenden a depender de sus padres. Así, mientras los partidarios de los deberes los consideran positivos para la automotivación, la disciplina, el esfuerzo y la responsabilidad, lo que los niños aprenden a menudo es a depender de sus padres (u otros adultos).
13. Son muy desagradables tanto para los niños como para las familias, suponen una intromisión en la vida familiar y son foco de conflictos familiares.
14. Hay muy pocas evidencias que relacionen los deberes con mejores resultados escolares, especialmente en los primeros cursos del sistema educativo (en infantil y primaria no se han demostrado efectos positivos, en secundaria pocos y solo en superior parecen tener beneficios más considerables). Además, aunque algunos estudios puedan establecer cierta correlación, como bien apunta Alfie Kohn, «el hecho de que los estudiantes que obtienen puntajes altos en las pruebas hagan muchas tareas no prueba que obtengan esos puntajes por ellas». Según Cooper (1989), los resultados son en general poco o nada significativos cuando los estudios examinan el efecto de variables extrañas en la relación entre deberes y logro.
15. Aunque haya estudios que señalen sus efectos positivos en relación a los resultados escolares, ¿son estos lo más importante? ¿No estaremos sacrificando otros aspectos más relevantes si le dedicamos todo el día al rendimiento escolar?
De estos 15 puntos, me siento especialmente identificado con el número 7. La escuela debería ser un ascensor social, y una carga excesiva de deberes castiga a los alumnos que provienen de un ambiente familiar más desfavorecido. En mi experiencia, los alumnos que crecen en familias con pocos recursos, no tienen ningún tipo de apoyo con las tareas por varias razones: Sus padres trabajan largos turnos en trabajos mal pagados y en general carecen de los conocimientos para poder apoyar a sus hijos. En ocasiones, los mismos padres ya desarrollaron una actitud negativa hacia la escuela que transmiten, aun sin querer, a sus hijos.
En conclusión, como docentes debemos replantearnos hasta qué punto los deberes son necesarios para realizar nuestra labor y limitar al máximo el uso de este recurso educativo. Que aquello de “Profe, mi perro se comió los deberes” quede como lo que debe ser: Una simpática anécdota del pasado.

‘Es verdad’ Tu perro se comió los deberes.
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